Procesión Extraordinaria 25 Aniversario

Procesión Extraordinaria 25 Aniversario

martes, 26 de marzo de 2013

Un recuerdo

Martes Santo... mediodía... ya pasó, la Virgen de la Victoria anduvo anoche como nunca por las calles de Elche.
Anoche, no preguntéis por qué, fue distinto. Sabía que este año sería especial, y lo ha sido.
Poco podíamos pensar en los últimos ensayos, esos en los que tanto hemos sufrido, que la de ayer iba a ser una noche tan hermosa, tan bonita, tan memorable... una de las mejores.
Desde que llegué por la mañana a El Salvador y la ví, rodeada de orquídeas, flores de reina, que una reina (que no vive precisamente su mejor año) le estaba poniendo a la Reina de los Cielos, esa sensación de día especial empezó a fraguarse. El goteo de gente que venía a ver a la Victoria fue incesante durante toda la mañana, gente anónima, familiares nuestros, costaleras y antiguas costaleras, era como si la Virgen, cual San Juan en el Misteri, nos hubiera llamado a todos y, no se sabe de que forma, todos acudíamos a ver como se iba engalanando la Reina para su gran noche y aspirábamos su aroma, azahar de pureza para la Reina de la Pureza en su Trono.
Ya en casa, intentando descansar, tarea imposible. Mi sobrino nervioso, los sillones ocupados... pues en el ordenador, hablando con mis compañeras que estaban muy nerviosas por el tiempo que nos podía hacer, estaba muy nublado y hacía un aire preocupante. Consulta del tiempo en todas las webs habidas y por haber. Mi hermana se va hacia El Salvador y yo me quedo aún, vistiendo al nene, está tan nervioso que es tarea difícil, este año es el primero que lleva el incensario, así que imaginad... no nos entra nada de comer, así que opto por vestirme e irme para allá.
Cuando llegamos, parecía magia lo que se podía vivir en la iglesia. Una noche maravillosa, la luna lucía casi llena en el cielo, y las estrellas brillaban. Ni una gota de aire que apagara sus velas. Ya en la puerta mucha gente, casi nos costaba pasar, y aún faltaba una hora y un paso que pasar por la plaza. Viendo tanta gente no puedo dejar de recordar aquellos años primeros, aquellos en los que entrábamos al ayuntamiento con la plaza casi vacía, ¡como ya había pasado la Estrella!... aquellos años en el Corazón de Jesús en los que la gente venía a ver la salida... de la Columna, bueno igual se quedaban porque salía "la Virgen de las chicas" detrás... aquellos años donde solo nuestras madres nos acompañaban, y no todas, claro...

Y me acordé de mamá, con su chaqueta granate, la que se compró para acompañar a la Victoria, todos los años, la última, para ir cerca de sus hijas y de la Virgen, con su medalla de la Patrona al cuello (su Maredeu). Mi mamá, que nunca tenía un "no" para lo que le pidieran, que no falló ni a un solo ensayo, que si había que llevar el agua la llevaba, que tenía la ilusión de hacerle una mantilla a la Virgen y en cuanto pudo se la compró para que la luciera, que restauró el broche que le regaló su padre cuando era joven, y al que le tenía todo el cariño del mundo para que la Virgen lo llevara cuando quisiera, que cuando tuve a mi hija, me la traía a los ensayos para que le diera el pecho en el "descanso del cigarrito", que todos los años traía el azahar porque "la Virgen tiene que oler a azahar cuando pasa"...
Mi mamá, que si viera que, aquella Virgen de la Victoria a la que casi nadie conocía, ahora es una de las "grandes" de nuestra Semana Santa. Que la gente, y no solo de Elche, viene a verla salir de su Iglesia, que la Plaza del Ayuntamiento se pone de bote en bote para verla entrar. Que sus costaleras la llevan como nadie ha llevado nunca a la Madre de Dios. Que tiene una hornacina para que se luzca impresionante... y sin cristal delante para que se la pueda tocar. Que Elche espera el Lunes Santo porque sale LA VICTORIA...
Pero no se porque digo si la viera, se que la ve, se que va con Ella, junto a Ella, todos los años, no solo porque sus hijas la llevamos pensando en Ella, sino porque su corazón va con Ella toda la procesión. Y anoche aún más, cuando nos cantaron ese motete tan significativo del Misteri "Ans d'entrar en sepultura", la tenía allí, a mi lado y las lágrimas afloraron a mi rostro como nunca lo habían hecho... gracias Laura, no tengo palabras cuando es el corazón el que habla.
Me dijo lo orgullosa que estaba de nosotras, de lo bien que llevábamos a la Victoria, de que una de sus hijas había estado en la Tripleta del Guió que era uno de los sueños de su vida (con su Dolorosa), de que teníamos unos hijos maravillosos, de que cuídaramos de la familia.... tantas cosas en tan poco tiempo... Pero eso no es nada comparado con la herencia que nos dejó... un amor inconmensurable por Elche, por todas sus tradiciones y por la Mare de Déu, que es lo que nos hace ser sus costaleras (Asunción, Victoria, Dolorosa... la Maredeu), y de que le hubiera gustado llevar a la Victoria al menos un año, pero que ya estamos nosotras para hacerlo por ella. Y en este año tan especial, aún me siento mas orgullosa de ser Costalera de la Victoria.
Gracias compañeras por hacerme sentir estas cosas.
Gracias mamá por hacerme así...

viernes, 22 de marzo de 2013

Nervios de víspera

Costaleras, una de nuestras compañeras ha querido compartir con vosotras sus sentimientos en estas vísperas de Semana Santa y nos ha mandado un escrito muy emotivo... son sus sentimientos en estos días de preparativos, estos días de nervios... aquí lo tenéis... disfrutadlo.
Y aprovecho para deciros que, igual que ha hecho ella, podéis hacer todas vosotras, que con mucho gusto se os publicará... un besito a todas.

Hoy es Jueves, 21 de marzo de 2013. Puede parecer una fecha como otra cualquiera, pero la realidad es que no lo es. Se aproxima la semana en la que las emociones se magnifican, en la que los sentimientos corren a flor de piel, la semana en la que todos nos sentimos un poquito más cerca de Dios y de nuestra Madre: la Semana Grande.

Para mí, mañana, Viernes de Dolores, es uno de esos días especiales, uno de esos días que quisieras que fuera eterno, que no acabara nunca. Uno de esos días nuestros, que sólo nosotras sabemos disfrutar desde muy dentro. Mañana es uno de los días más esperados del año, después de nuestro Lunes Santo.
Desde muy temprano se notan los nervios en mi cuerpo. Sé que lo que tendremos que hacer es algo muy importante: preparar el trono de nuestra Victoria, ese trono en el cual la meceremos por las calles de nuestra ciudad, para que todos puedan ver lo bonita que es nuestra virgen.
Desde el momento en el que quedamos para ir andando hacia el local en el que guardamos el trono, notamos que todas estamos un poquito más nerviosas. El traslado hasta nuestra Parroquia se nos hace eterno.
Una vez allí, toca montar el palio. Ese momento en el que todas nos unimos para que con nuestras manos, ese precioso techo suba, junto a sus bambalinas y los varales, para formar el palio bajo el que Ella se encontrará.
Tras montarlo, todas nos quedamos embobadas contemplando su belleza, hasta que Lola, a toque de campana, nos indica que tenemos que ensayar la salida y entrada del Salvador. Sabemos lo importante que es para nosotras ese momento en procesión, y sabemos lo que sentimos, y también sabemos que es inexplicable.
Un poco más tarde, es el turno de las velas. Velas que alumbran el rostro desencajado y doloroso de una Madre que ve a su hijo atado a una columna. Velas que hacen que ese trono esté cogiendo forma, y que cada vez notemos que la Semana Santa está mucho más cerca.
Se va haciendo tarde, la gente, muy a su pesar, va teniendo que irse por diversos motivos: niños, estudios, trabajo… pero Ella sabe mejor que nadie que a todas nos gustaría quedarnos hasta el final de ese montaje.
Poco a poco el trono va tomando forma. Es el turno de una de las cosas más características de nuestra virgen: su manto. Ese precioso manto granate que luce en la trasera del trono, y que Ella sabe portar con su elegancia característica. Lo cogemos entre todas y nos damos cuenta de lo que pesa, pero es Su manto, ¡qué más da lo que pese! Lo estamos tocando y llevando con nuestras manos, y eso es un privilegio que no todas tienen.
Tras muchos tornillos y tuercas, el trono está montado. Sólo queda el momento más especial, el momento más emotivo, el momento en el que todas perdemos el habla y sólo podemos mirar atónitas su rostro. Es el momento de subirla a su trono. Todas estamos nerviosas, sabemos que son muchos años subiéndola pero aun así tenemos miedo a que le pueda pasar algo. Cuidado con su rostro, pero sobre todo con sus manos. Un poco más, y ya está. Ya la tenemos arriba. Ahora quedan los últimos detalles para dejarla bien guapa.
Al ratito, todo está listo y recogido para poder irnos a casa. Pero parece que nos cueste. No nos queremos separar de ella. No queremos dejarla sola. Está tan guapa, no, está preciosa. Así es ella, Victoria Nuestra.
Los días posteriores a esto pasan como un vendaval. Aprovechamos cada segundo para acercarnos a verla. Misa, pregón, levantá, cena, Domingo de Ramos… y por fin nuestro día.
Lunes Santo, día que llevamos un año entero esperando. Día que cada una de nosotras vive de una manera. Día en el que los sentimientos son imposibles de explicar. Día en el que sólo pensamos en nuestra Victoria.
No quiero explicar lo que se vive ese día, porque creo que cada Lunes Santo se vive de una manera, y no puedo predecir como lo viviré yo. Lo único que sé, Victoria, es que este año, pese a todo, tengo que darte las gracias. Gracias porque aunque no sea mi mejor año, y esté pasando por un momento difícil, sé que con acercarme al Salvador, abrir esa puerta, y ver tu rostro, esa angustia, agobio o dolor, se va de golpe. Gracias porque sé que eres tú la que me da todas las fuerzas para seguir adelante, seguir esforzándome y no perder nunca la esperanza y las ganas de luchar. Y gracias porque es un orgullo el poder llevarte sobre mi hombro cada Lunes Santo.
M.M.J.

Costaleras, llega el Lunes Santo



Después de unos días de ensayo especialmente duros, aún me duele todo el cuerpo, la espalda no se endereza, el cuello cruje, duele hasta el alma… Noches de acostarse tarde preparando cosas, que si planchar los trajes, que si la ropa de mantilla o nazareno o ambas, que si comprar para no tener que hacerlo en Semana Santa, que si hacer almohadillas para el tronito de los Atributos… tantas y tantas cosas, que ya estoy muerta, y eso que aún faltan varios días para nuestro Día Grande. (Esto no lo escribí hoy, claro). Sentada tranquilamente esperando que acabe la clase de música de mi sobrino presiento que este Lunes Santo va a ser especialmente duro, tanto a nivel físico como anímico, y necesitamos apoyarnos las unas en las otras más que nunca. Vamos lo que se dice “meter el hombro” y en todos los sentidos posibles.

Pues después de todo esto y más, me siento ante un papel en blanco a ver que os escribo este año para intentar, en la medida de lo posible, sacar más fuerzas, más ilusión, más ganas, más… de todo y de todas y cada una de nosotras, para que en este Lunes Santo llevemos a Nuestra Madre de la Victoria a reinar por las calles de nuestro Elche.

Me viene a la cabeza que hay tantas razones para hacer lo que hacemos… tantas como costaleras de María Santísima. Habrá gente que piense (que piensa) que estamos aquí por “lucirnos”, para que “se nos vea”, para luego presumir… ¡¡pobres!!, ellos no saben, igual tampoco lo entenderían, el “esfuerzo” que gustosamente entregamos a María Santísima de la Victoria para poder pasearla, unas pocas horas, por las calles de la ciudad.

Y no hablamos de dinero, que en estos tiempos que corren no dudo que sea importante, hablamos de sacrificio… 
Esfuerzo que se hace después de un duro día de trabajo, cuando nuestro cuerpo está pidiendo pijama, sofá y mantita, vamos a casa (o no) cogemos la faja, nos ponemos los zapatos, pegamos un bocadito (si da tiempo) y para Altabix, a ensayar.

O esfuerzo cuando en época de exámenes estamos saturadas de cuerpo y mente, incluso teniendo que hacer “horas extras” de estudio, el obligado descanso para despejarse lo hacemos cargando un trono lleno de bloques de hormigón por las frías calles.

O esfuerzo cuando en plena ola de frío (este año varias) nos toca abrigarnos hasta que no se nos ve ni la cara para no pasarlas canutas ni pillar un resfriado que no nos dejaría ir ni a trabajar ni a clase.

O esfuerzo de quién estudia o trabaja fuera de Elche (da igual que sea Crevillente, Murcia, Castellón, Cuenca, Zaragoza, Altea…) busca las ganas para venir a ensayar, y, lo que es peor… para volverse a las tantas.

O esfuerzo el dejar a los niños pequeños al cuidado de padres, abuelos, hermanos… restando el tiempo de ensayo del poco tiempo que tenemos para estar con nuestras familias.

O esfuerzo de mirar al cielo y rezar para que no nos llueva… o mirar todas las páginas meteorológicas del mundo para ver que van diciendo, haciéndonos mala sangre, poniéndonos nerviosas.

O esfuerzo de nuestra florista (nuestras) que sacando ánimo del fondo del alma, engalanará a María Santísima para que su trono resplandezca de belleza y aroma primaveral, como lo que es, el trono de una Reina.

O esfuerzo de camareras y vestidor, de estar todo el año vistiendo a Nuestra Madre y en su día grande, hacerla reinar con su elegante indumentaria.

O esfuerzo de preparar tantas y tantas cosas (manto, bambalinas, faldones, almohadillas, bloques, música…), que no se ven, para que este día esté todo en su sitio, en orden.

¿Habrá quién piense que todo este esfuerzo se hace “sólo por llevar un trono”, “sólo por lucirse”?... pues como todo en esta vida, habrá quien lo piense… pero no seremos nosotras ni quién está cerca de nosotras, ni por supuesto María Santísima de la Victoria, ya que Ella, y solo Ella entiende las razones, y quién no ha estado bajo su trabajadera no lo sabe ni lo sabrá nunca… ¡pobres!

Durante 24 Semanas Santas que ha salido la Victoria a la calle, con dos tronos distintos, de dos iglesias distintas, han sido cientos las mujeres que han pasado por ese varal forrado de terciopelo, pero que pesa como una losa de mármol, y por tanto, cientos de razones por las cuales cada una de nosotras ha elegido llevar a la Madre de Dios para que ilumine con su presencia las calles de nuestra ciudad. Y todas y cada una de las razones lleva implícito un gran esfuerzo, un espíritu de sacrificio, una lucha en común… que no queda solo en sacar un trono a la calle… es mucho más.

Quién ha sido Costalera de la Victoria lleva ese honor de por vida, y es algo de lo que sentirse muy orgullosa. Porque esa Costalera ha sido capaz, no solo de sacrificar parte de su vida, su tiempo y sus ganas para llevar un trono, sino que es un tiempo que lo ha dedicado a “dar”: dar cariño, dar tu fuerza, dar tu tiempo, dar tu hombro… por tus compañeras, porque llevar a María Santísima no es el esfuerzo de una, sino de todas por igual y, ¿para qué?... eso cada una de nosotras con su conciencia lo sabe, pero Nuestra Madre lo que sí que sabe (aunque igual nosotras no lo sepamos) es que lo más grande de esta vida, los mayores sacrificios del mundo siempre se hacen por AMOR.

Y el amor es tanto a Ella como, aunque ni lo pensemos, hacia todas las compañeras que compartimos trabajadera, y ese amor se refleja metiendo el hombro con todas nuestras fuerzas para que, todas a una, como un solo hombro, podamos obedecer a Lola cuando toque la campana el Lunes Santo y nos diga “Al cielo con ella, valientes…”

Feliz Lunes Santo compañeras.

jueves, 21 de marzo de 2013

Normas de procesión

Como se ha recordado ya en el último ensayo, y si no se ha recordado, pues se recuerda, y si no pues por escrito, para que conste... aquí tenéis las normas de procesión, no son para leerlas y ya está, sino para cumplirlas. Somos un trono muy serio y como tal queremos seguir siendo identificadas... Un beso a todas.

COSTALERAS DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA VICTORIA
NORMAS DE LA PROCESION DEL LUNES SANTO
- Las costaleras deben ir peinadas con una cola baja y sin mechas sueltas, no olvidar el pasador, a no ser que llevéis el pelo corto y no se pueda coger.
- Si vais maquilladas, el maquillaje debe ser discreto, sin muchos brillos ni coloretes.
- Los pendientes pequeños y discretos.
- La medalla de costalera es parte del uniforme, no la olvidéis.
- No olvidar los guantes y medias o calcetines negros.
- DURANTE LA PROCESIÓN
(Comienza al toque de campana en la capilla y termina en el mismo punto al toque de campana)
- Cuando el trono se detenga hay que estar con la postura de costalera, es decir, manos cruzadas delante, sin apoyarse en los varales ni sacar el cuerpo del trono.
- Si tenemos algún problema, comunicarlo discretamente a las contraguías respectivas.
- No mascar chicle.
- No hablar, ni entre nosotras, ni con el público.
- No aplaudir.
- No hacerse fotos, ni con el público, ni con compañeras.
- No saludar ostensiblemente.
- No se bebe agua más que en los lugares estipulados para ello, las aguadoras se encargarán de pasarnos las botellas y de recogerlas.
- No usar el móvil, preferiblemente no llevarlo, pero de todos modos, siempre en silencio. No "twittear", "facebookear", "whatsappear" y demás "redessocialear".