Procesión Extraordinaria 25 Aniversario

Procesión Extraordinaria 25 Aniversario

viernes, 22 de marzo de 2013

Nervios de víspera

Costaleras, una de nuestras compañeras ha querido compartir con vosotras sus sentimientos en estas vísperas de Semana Santa y nos ha mandado un escrito muy emotivo... son sus sentimientos en estos días de preparativos, estos días de nervios... aquí lo tenéis... disfrutadlo.
Y aprovecho para deciros que, igual que ha hecho ella, podéis hacer todas vosotras, que con mucho gusto se os publicará... un besito a todas.

Hoy es Jueves, 21 de marzo de 2013. Puede parecer una fecha como otra cualquiera, pero la realidad es que no lo es. Se aproxima la semana en la que las emociones se magnifican, en la que los sentimientos corren a flor de piel, la semana en la que todos nos sentimos un poquito más cerca de Dios y de nuestra Madre: la Semana Grande.

Para mí, mañana, Viernes de Dolores, es uno de esos días especiales, uno de esos días que quisieras que fuera eterno, que no acabara nunca. Uno de esos días nuestros, que sólo nosotras sabemos disfrutar desde muy dentro. Mañana es uno de los días más esperados del año, después de nuestro Lunes Santo.
Desde muy temprano se notan los nervios en mi cuerpo. Sé que lo que tendremos que hacer es algo muy importante: preparar el trono de nuestra Victoria, ese trono en el cual la meceremos por las calles de nuestra ciudad, para que todos puedan ver lo bonita que es nuestra virgen.
Desde el momento en el que quedamos para ir andando hacia el local en el que guardamos el trono, notamos que todas estamos un poquito más nerviosas. El traslado hasta nuestra Parroquia se nos hace eterno.
Una vez allí, toca montar el palio. Ese momento en el que todas nos unimos para que con nuestras manos, ese precioso techo suba, junto a sus bambalinas y los varales, para formar el palio bajo el que Ella se encontrará.
Tras montarlo, todas nos quedamos embobadas contemplando su belleza, hasta que Lola, a toque de campana, nos indica que tenemos que ensayar la salida y entrada del Salvador. Sabemos lo importante que es para nosotras ese momento en procesión, y sabemos lo que sentimos, y también sabemos que es inexplicable.
Un poco más tarde, es el turno de las velas. Velas que alumbran el rostro desencajado y doloroso de una Madre que ve a su hijo atado a una columna. Velas que hacen que ese trono esté cogiendo forma, y que cada vez notemos que la Semana Santa está mucho más cerca.
Se va haciendo tarde, la gente, muy a su pesar, va teniendo que irse por diversos motivos: niños, estudios, trabajo… pero Ella sabe mejor que nadie que a todas nos gustaría quedarnos hasta el final de ese montaje.
Poco a poco el trono va tomando forma. Es el turno de una de las cosas más características de nuestra virgen: su manto. Ese precioso manto granate que luce en la trasera del trono, y que Ella sabe portar con su elegancia característica. Lo cogemos entre todas y nos damos cuenta de lo que pesa, pero es Su manto, ¡qué más da lo que pese! Lo estamos tocando y llevando con nuestras manos, y eso es un privilegio que no todas tienen.
Tras muchos tornillos y tuercas, el trono está montado. Sólo queda el momento más especial, el momento más emotivo, el momento en el que todas perdemos el habla y sólo podemos mirar atónitas su rostro. Es el momento de subirla a su trono. Todas estamos nerviosas, sabemos que son muchos años subiéndola pero aun así tenemos miedo a que le pueda pasar algo. Cuidado con su rostro, pero sobre todo con sus manos. Un poco más, y ya está. Ya la tenemos arriba. Ahora quedan los últimos detalles para dejarla bien guapa.
Al ratito, todo está listo y recogido para poder irnos a casa. Pero parece que nos cueste. No nos queremos separar de ella. No queremos dejarla sola. Está tan guapa, no, está preciosa. Así es ella, Victoria Nuestra.
Los días posteriores a esto pasan como un vendaval. Aprovechamos cada segundo para acercarnos a verla. Misa, pregón, levantá, cena, Domingo de Ramos… y por fin nuestro día.
Lunes Santo, día que llevamos un año entero esperando. Día que cada una de nosotras vive de una manera. Día en el que los sentimientos son imposibles de explicar. Día en el que sólo pensamos en nuestra Victoria.
No quiero explicar lo que se vive ese día, porque creo que cada Lunes Santo se vive de una manera, y no puedo predecir como lo viviré yo. Lo único que sé, Victoria, es que este año, pese a todo, tengo que darte las gracias. Gracias porque aunque no sea mi mejor año, y esté pasando por un momento difícil, sé que con acercarme al Salvador, abrir esa puerta, y ver tu rostro, esa angustia, agobio o dolor, se va de golpe. Gracias porque sé que eres tú la que me da todas las fuerzas para seguir adelante, seguir esforzándome y no perder nunca la esperanza y las ganas de luchar. Y gracias porque es un orgullo el poder llevarte sobre mi hombro cada Lunes Santo.
M.M.J.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias MMJ, por todos los esfuerzos, que has hecho para estar con nosotras cada miercoles...me encanta Lo que has escrito y me encanta que lo sientas Asi.
Un beso muy fuerte

Manoly

Anónimo dijo...

Precioso y emotivo relato. Verdaderamente has descrito lo que se siente durante esos momentos e imagino que al igual que yo, muchas se sentirán identificadas con tus palabras. CMM