Tal día como hoy hace 25 años comenzó una pequeña historia que va creciendo con los años, comenzó a hacerse realidad el sueño de unas mujeres de integrar realmente a la mujer en la Semana Santa ilicitana.
Tal día como hoy ya podemos decir que el sueño se cumplió, aunque aún queda mucho camino por delante.
Lo que empezó siendo una imagen de una Virgen muy guapa que acompañaba al Santísimo Cristo de la Columna ha tomado vida propia y ya tiene su "propia fama". Tiene su propia entidad e identidad, es plenamente identificable y es seguida por muchas personas en su salida el Lunes Santo.
No hay mas que mirar un poco, el final de la procesión de hace unos años, al pasar el Ayuntamiento, el inmenso trono casi solo por la calle, en una procesión muy íntima, y verla ahora, cuando en ningún momento está sola, hay una multitud esperando la cuesta, la calle San Miguel, la Plaza del Salvador, ya no va sola, la siguen... y nosotras, muy orgullosas, la llevamos.
Gracias a ese pequeño grupo de mujeres que empezaron, ahora la Victoria es lo que es, pasito a pasito, con humildad, con mucho trabajo, con mucho esfuerzo, muy poco a poco, sin prisas pero sin pausas.
No podemos menos que dar las gracias a todas y cada una de ellas, comenzando con nuestra Asun Berbegal (por ser la primera capataz y cabeza visible), pero no olvidando a las demás, a ninguna, hasta la última de las "novatas" y niñas del cortejo, porque todas y cada una de ellas han sido, y serán por siempre, parte importante de la Victoria, todas las que en algún momento han pasado por el corazón de Nuestra Madre y que se han quedado en él para siempre. Y no solo a ellas, también a sus familias, que entendieron algo, entonces poco entendible, como era llevar un "paso" de Semana Santa pero que también fueron "abducidas" por el cariño de esta Madre que a todas y todos nos acoge en sus manos.
El orgullo y alegría que tenemos cuando una nueva costalera nos dice "es que mi madre fue costalera..." es inmenso y es el verdadero fruto de este sueño, no son los enseres, los bordados, las orfebrerías, no, es el amor y el cariño que María Santísima de la Victoria nos da y recibe de todas y cada una de nosotras y que perdurará por siempre en su corazón y en el nuestro. Ella nos acoge en su seno y no nos abandonará nunca. Estos 25 realmente son el comienzo de, esperamos, una gran historia. Los cimientos ya están colocados, ahora solo hay que seguir edificando con rectitud. Trabajando con humildad, con paciencia, con cariño, nunca con soberbia, envidias, rencores, egoísmos... fomentando la unión entre todas, todas unidas y todas a una, solo así se hacen las cosas bien y perdurables en el tiempo.
FELICIDADES a todas y cada una de las costaleras que han sido y serán, a sus familias y a todos los que se sientan cercanos a María Santísima de la Victoria.
Pero sobre todo
¡¡¡FELICIDADES MARÍA SANTÍSIMA DE LA VICTORIA!!!
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